"Seamos libres, lo demás no importa nada" Libertador General San Martín

domingo

La guerra de la independencia. La guerra de la información

¿A quién debe dirigirse la propaganda? ¿A los intelectuales o a la masa menos instruida? ¡Ella debe dirigirse siempre y únicamente a la masa!... La tarea de la propaganda consiste, no en instruir científicamente al individuo aislado, sino en atraer la atención de las masas sobre hechos y necesidades. ... Por lo tanto, toda propaganda eficaz debe limitarse a algunos puntos fuertes poco numerosos, e imponerlos a fuerza de fórmulas repetidas, por tanto tiempo como sea necesario, para que el último de los oyentes sea también capaz de captar la idea."

Mein Kampf (Mi Lucha). Adolf Hitler.

“Una exacta noticia de los procedimientos de la Junta, una continuada comunicación pública de las medidas que acuerda para consolidar la grande obra que se ha principiado, una sincera y franca manifestación de los estorbos que se oponen al fin de su instalación y de los medios que adopta para allanarlos, son un deber en el gobierno provisorio… para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a luz un nuevo periódico semanal con el título de Gaceta de Buenos Aires…!

Fundación de la Gaceta, 7/6/1810.

Mariano Moreno, Secretario de la Primera Junta.

Muchos de los que empezaron a leer estás líneas se estarán preguntando, por qué decidí empezar este artículo con una cita de Adolfo Hitler y otra de Mariano Moreno. Mi idea es demostrar cómo con el paso del tiempo (e incluso hasta hoy en día), todo proceso de cambios sociales y políticos, necesita de una verdadera estrategia de manejo y control de la información. En estos tiempos que corren, mucho se habla sobre el control de los medios de comunicación y hacia quienes están dirigidos, pero poco se dice de cómo son las estrategias que se imponen detrás de ellos.

Según quién controle los medios de información, controla la dirección que toma el proceso. Y este fue un aprendizaje que los sectores del poder económico y político siempre tuvieron en cuenta. Como ejemplos de tales casos, tenemos toda la propaganda posterior a la caída de Perón en 1955 o el control de los medios de comunicación en la última dictadura militar. Pero hubo momentos en la historia de Argentina, en que los sectores populares y sus dirigencias revolucionarias fueron parte de los medios de información.

Con las guerras de Independencia, las dirigencias revolucionarias sabían que todos los canales de información debían ser controlados por ellos y no por el bando realista, ya que podían desestabilizarlos del poder y provocar una contra-revolución. Toda forma en que circulara la información debía ser dirigida y controlada por el sector revolucionario, pero para que esto pudiera ser llevado a cabo, debía contar con el apoyo de los sectores populares, ya que estos sectores eran los mejores transmisores de la información por vía oral, ante un pueblo analfabeto y la carencia de medios para una llegada masiva. Las proclamas, los bandos y decretos y los diarios y pasquines, eran los medios oficiales que tenía el estado para circular la información; pero el rumor, las canciones, la lectura colectiva de los periódicos (en las pulperías o bares de todas las Provincias Unidas, era una práctica común escuchar leer a otro) y la pegatina de afiches (sean manuscritos o no), eran las únicas formas de correr la información de forma más rápida y segura, permitiendo a los sectores populares no ser solo transmisores de la información, sino también los constructores de la misma. Entonces, tenemos por un lado un bando editado por la Gaceta y redactado por Moreno que dice: “Si deseamos que los pueblos sean libres, observemos religiosamente el sagrado dogma de la igualdad. Si me considero igual a mis conciudadanos ¿por qué me he de presentar de un modo que les enseñe que son menos que yo?”. Y por otro lado, tenemos la copla popular que decía: “Libre e Independiente/ De tiranos rivales/ Al templo de la gloria/ Te diriges constante.” O la otra copla que dice: “Cielito, cielo que sí, cielo del terú terú. El godo que escape vivo, quedará como un harnero.”

Estás formas de circular la información, permitieron llevar las ideas del proceso revolucionario sobre la igualdad de derechos, la necesidad de un gobierno republicano y la participación del pueblo, a todos los puntos del antiguo virreynato y a todos los sectores, en especial a los indígenas, negros, mestizos y demás personajes del pueblo. Esta forma de hablarle al pueblo, quedó muy clara en la Orden General que San Martín publica el 27 de julio de 1819: “Compañeros del ejército de los Andes: …La guerra se la tenemos que hacer del modo que podamos; sino tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos tiene que faltar; cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con la bayetilla que nos trabajen nuestras mujeres, y sino andaremos en pelota como nuestros paisanos los indios; seamos libres, y lo demás no importa nada…”

El discurso es tan claro que no merece más que esta mera explicación: para poder llegar a los sectores populares, hay que estar con los sectores populares y permitirles ser parte del proceso de construcción de una nueva forma de hacer política.

La guerra de la información que se planteaba en 1810 es la misma que se plantea hoy en día. Cambiaron los protagonistas pero no los intereses. Siempre van a haber bandos que jueguen a favor de los grupos que defienden intereses espurios del capital financiero y otros sectores que jueguen a favor de los intereses del pueblo; pero si estos sectores no logran llegar a los sectores populares, el discurso del pueblo no será revolucionario. Es por eso que el debate, como en 1810, no está en ser la voz de los intelectuales, sino en ser la voz de la calle.


marzo 2009

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