"Seamos libres, lo demás no importa nada" Libertador General San Martín

sábado

Bicentenario, soberanía, liberación

por Lucas Molinari

Se cumplen 200 años de la Revolución de Mayo, y vamos a transitar este aniversario con una discusión que atraviesa al conjunto de la sociedad sobre el modelo de país a construir. La cultura de la anti-política que fue hegemónica en las juventudes de los `90 se va destruyendo al calor del pueblo inundando calles llenas de banderas.

Vivimos un momento histórico, nunca estuvimos tan unidos en política con nuestros países hermanos de América Latina. Es por eso que la historia debe servir siempre para pensar el presente, nunca como elemento de museo. Romper con la historia de héroes sin rasgo humano que impuso en las escuelas la oligarquía, es por tanto una tarea constante al hablar de estos 200 años.

La versión oligárquica de Mayo

A pesar de haber quedado demostrado que la versión tradicional de Don Bartolo Mitre es falsa, increíblemente en la escuela sigue teniendo legitimidad la revista Billiken. Según ella la patria nació por esos días de mayo, en una revolución anti-hispanista, encabezada por gente decente (sin olor a pueblo) y con el apoyo de los británicos… ya que el objetivo central era lograr el libre comercio para salir del “atraso” colonial español. De hecho las ideas innovadoras de libertad y democracia habrían sido difundidas por soldados ingleses que derrotados luego de las invasiones de 1806 y 1807, teniendo la ciudad como cárcel, frecuentaban reuniones de la clase alta. Para que no exista una represión inmediata los revolucionarios habrían utilizado el nombre de Fernando VII como una máscara para no alertar sobre las reales pretensiones independentistas.

El problema de esta versión es que no explica entre otras cosas porqué se tardó 6 años en proclamar la Independencia, y por qué militantes españoles como San Martín pelearon en su país y luego viajaron a tierras americanas como la continuidad de una misma lucha. Además de la presencia de dos españoles en la Primera Junta (Matheu y Larrea) y que en el Fuerte porteño haya flameado la bandera de España hasta 1814.

Porque la historia sirve para construir una idea de nación que se difunde desde las escuelas, los medios, las fiestas patrias, etc. Que los ingleses nos hayan ayudado a ser libres, que nos hayan posibilitado el ingreso a la modernidad y con progreso alcanzado la civilización… De esta forma se legitima desde la historia la política de endeudamiento con la banca Baring en 1824 de Rivadavia, o el Tratado Roca-Runciman del año 1933 (como dos ejemplos del coloniaje).

Revolución hispanoamericana

1808 fue un año de cambios para España. Ante la embestida de Napoleón sobre las tierras ibéricas y la abdicación de Fernando VII, un proceso de movilización popular da nacimiento a las Juntas que desconocen a los gobernantes impuestos por los invasores. Este hecho se enmarca en un proceso de lucha contra el absolutismo que había tenido en 1789 a Francia como escenario principal. Las ideas de libertad e igualdad se enfrentaban al statu quo de las Cortes, e impugnaban tanto la esclavitud como las formas de gobierno monárquico. Así lo reflejan las declaraciones de la Junta Central de Sevilla del 22 de enero de 1809: “las tierras americanas no son colonias sino provincias”. De esta manera se conecta la Revolución española de 1808 con los procesos latinoamericanos, ya que a su vez la política impulsada desde el península era la formación de Juntas para combatir al conservadurismo que encarnaba la invasión francesa de Napoleón.

De allí que los levantamientos estén tan pegados en el tiempo: La Paz l809, Caracas, Buenos Aires, Chile y Nueva Granada en 1810, Méjico, Paraguay y la Banda oriental, en 1811. En todos los casos la figura de Fernando VII representaba ese ideario liberal, hasta 1814 cuando éste vuelve al Gobierno tomando el programa conservador y contrarrevolucionario, y por tanto haciendo inevitable la declaración de independencia en territorio americano.


Un Plan de integración

La figura que sobresale en los días de Mayo por Buenos Aires es Mariano Moreno, a quien es necesario recuperar como a San Martín desde la perspectiva nacional para eliminar las tergiversaciones de la historia mitrista.

El “Plan de Operaciones”, es desde esta perspectiva el programa de los revolucionarios, que no es ni “separatista”, ni “probritánico”, sino que es americanista y popular. En el Plan propone expropiar capitales altoperuanos para que desde el Estado se pueda desarrollar una empresa que movilice recursos naturales para desarrollar industrias estratégicas. En sus palabras expropiar “una cantidad de 200 o 300 millones de pesos” para ponerlos “en el centro del Estado para la fomentación de las artes, agricultura, navegación, etc” para producir “en pocos años un continente laborioso, instruido y virtuoso”. Pero para lograr esto debía cerrar la importación de bienes sunturarios de Europa: “manufacturas que, siendo como un vicio corrompido, son de un lujo que deben evitarse principalmente porque son extranjeras y se venden a más oro de lo que pesan”.

Aquí se cae la idea mitrista de la Argentina naciente en 1810. (Si además en 1816 se dicta la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata…). Porque del Alto Perú al puerto de Buenos Aires era una misma unidad política, la del Virreynato. Moreno piensa en función de ese territorio, para el cual un desarrollo endógeno necesitaba de la explotación minera, ya no para la exportación a Europa sino para la industrialización y desarrollo interno.

La actualidad de la política revolucionaria

El Plan morenista fue derrotado, como así la integración continental soñada por Artigas, San Martín y Bolívar. La fuerza de los puertos, donde las oligarquías locales acumularon riquezas, quebró al territorio americano dejando fracturas en forma de fronteras.

La Patria Grande necesita de puertos mirando al interior… En el siglo XIX la jugada la ganó el imperialismo. Inglaterra asechó las costas americanas con la complicidad de traidores de patria chica. De esa forma se tejió la Guerra fraticida de la Triple Alianza que terminó con el modelo de desarrollo del Paraguay, que respondió a la misma línea que el Plan de Operaciones.

Hoy se revive la discusión. El Estado como emprendedor, en el marco de un país semi-colonial, es el punto a reforzar. Así como Perón supo construir las bases de una nación políticamente soberana, hoy nuestra Presidenta pone en práctica el desarrollo industrial y la integración regional como pilares de un modelo que tiene a los trabajadores como sujeto fundamental y a la justicia social como fin principal de la política pública.

Es por ello que en este Bicentenario vemos imprescindible dar la batalla cultural y política para des-colonizarnos como pueblo. Empezando por la historia, siguiendo por los medios, hasta los usos y costumbres se irán transformando en un proceso de liberación.

mayo 2010

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