por julio alvarez
Si miramos apenas 10 años para atrás, vemos un sinfín de grupos y organizaciones de distinto tipo y color, agitando, activando y organizando las barriadas más humildes, donde los trabajadores sin trabajo esperaban que esa realidad cambiara para poder llenar la heladera y la olla.
Asambleas, reuniones, movilizaciones y piquetes fueron la respuesta más inmediata, haciendo que, en esos barrios, se entrara a practicar una especie de democracia que hizo, de alguna forma, que esa heladera y esa olla, se volvieran a llenar de algo.
Con el tiempo, muchas de esas compañeras y compañeros que se asomaron a ver qué pasa, fueron tomando protagonismo, en el aguante diario de atender las necesidades más elementales y también de sentirse con la convicción de luchar por sus derechos.
Hoy… ¿qué quedó de todo aquello, del mundo de un sinfín de grupos y organizaciones? Podemos sacar el sinfín.
Las asambleas masivas y las movilizaciones ya no son las de antes. ¿Qué pasó? Si bien las condiciones materiales de los compañeros fueron mejorando por el hecho de que muchos volvieron a sus trabajos y otros tuvieron que inventarse el suyo, los espacios mermaron en participación.
También hay que decir que la descomposición de los grupos se dio por “problemas materiales”, ocasionados por el tráfico de planes y bolsones, más los rencores generados por el pago obligatorio de cotizaciones, que generó -en suma- que las multitudes que asediaban municipalidades, gobernaciones, ministerios y cortes de ruta por tiempo indeterminado, disminuyeran notablemente. A esto se agrega la campaña de desprestigio de los medios masivos que igualaban a todo este movimiento, sintetizándolo en el imbécil y mercenario de Castells.
Hoy son preguntas las que nos rodean, pero no podemos avanzar sin hacer un parate, para revisar ese momento que marcó a todos, para bien o para mal. Un movimiento que se expresó a nivel nacional, y a partir del cual, muchos compañeras y compañeros empezaron a construir su conciencia.
Este empezar de nuevo, que se da en un contexto nacional y latinoamericano favorable, marcan que debemos avanzar, y esto tiene cuenta con una gran dificultad, la de carecer de la organización necesaria. ¿Cómo unir cuando está de moda ser estrella?, ¿Cómo poner el cuerpo cuando se desprecia la militancia? ¿Cómo generar propuestas cuando la participación orgánica parece ser cosa de otro tiempo?
En nuevos tiempos, con viejas necesidades, es necesaria la irrupción de nuevos protagonistas, fundamentalmente de aquellos que se curtieron en las asambleas, escuchando a los compañeros, y que marcharon con ellos. ¿Cuán lejos estamos de esto? Dependerá de poder contestar: si queremos una organización con o sin pueblo, con o sin trabajadores, de profesionales de la política o de militantes, de obsecuentes o consecuentes, de dependencia o liberación.
Yo ya decidí. Un abrazo.
diciembre 2008
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