Lucas Molinari |
Haciendo un breve balance desde octubre del 2009, en que se promulgó la LSCA, en parte el mapa de medios se diversificó. Tendremos una TV Digital con propuestas innovadoras, con producciones nacionales que se multiplican. Pero, sobre todo, el pueblo tiene acceso a mayor debate sobre los temas nacionales. Las urnas del 23/10 mostraron con contundencia que las campañas antinacionales de los monopolios pierden efectividad ante el avance de un proyecto nacional.
Sin embargo quedan pendientes debates hacia el interior del campo popular en cómo entender y proyectar la comunicación propia en tanto estratégica para profundizar el modelo. Porque si en la resistencia Scalabrini, Walsh, entre otros, fueron artífices de medios populares que marcaron la impronta de la época, ahora en el avance de un país industrial e integrado a América Latina las experiencias comunitarias deben ser también entendidas como pilares de la construcción política.
Es por esto que la reglamentación de la LSCA es fundamental, como también que los medios populares sean apoyados por el Estado para que puedan ser masivos. De esta forma lograr un proceso real de des-inversión. Porque esperar a que Clarín y otros monopolios se adecuen a la Ley (artículo 161), es perder tiempo en un momento fundamental para reforzar el voto masivo a Cristina con una agenda de la profundización.
Y no alcanza con los medios públicos, que tuvieron una importante recuperación, o los privados oficialistas. Necesitamos profundizar una comunicación propia, desde el pueblo, que sea profesional y masiva, que dispute agenda y se constituya como usina de la cultura nacional. Porque implementar la ley de medios significa hoy potenciar lo nuevo que está en crecimiento para derrotar lo viejo que se resiste a caer.
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