Por Lucas Molinari
Eugenio Zaffaroni estuvo el pasado miércoles 18 de agosto en el sindicato de Canillitas dando una interesante charla sobre la Criminalidad Mediática. En este artículo voy a rescatar algunos conceptos que son fundamentales para comprender una problemática que atraviesa al conjunto de la sociedad y principalmente a las construcciones político-electorales.
En primer lugar el juez de la corte suprema definió a la criminología como una ciencia que se basa aunque
suene crudo en contar cadáveres, y comentó que si tenemos en cuenta el conjunto de las muertes súbitas, por accidentes de tránsito, suicidios, enfermedades no visibles, y asesinatos; en los porcentajes a nivel mundial las muertes producidas por la llamada en los medios “inseguridad” se da en el menor número de casos.
suene crudo en contar cadáveres, y comentó que si tenemos en cuenta el conjunto de las muertes súbitas, por accidentes de tránsito, suicidios, enfermedades no visibles, y asesinatos; en los porcentajes a nivel mundial las muertes producidas por la llamada en los medios “inseguridad” se da en el menor número de casos.
Definió que a partir de la globalización, desde Estados Unidos se instaló un discurso a nivel mundial de tipo mediático que produce el pánico moral: es decir aquel que sólo dejar ver parte de las muertes, que exacerba el miedo hasta volverse patológico.
Ubicó la criminalidad mediática como un fenómeno producto de la masificación de la Televisión y en el marco del desmembramiento del Estado de Bienestar. Cuando en los años `30 Roosvelt erigía el estado benefactor, explicó Zaffaroni, el ciudadano medio era el trabajador manual. Al desmoronase esa estructura social (que en nuestro país podemos ubicar en el `76), el ciudadano medio pasó a ser la víctima.
Entonces, el pánico moral se genera a través de la TV. Se magnifican ciertas muertes, para generar hechos mediáticos (caso Blumberg, etc, etc), que sirven para determinados escenarios políticos. Desde la psicología Zaffaroni indicó, cuando alguien cercano muere primero se produce en nosotros la negación, y luego la culpa (¿qué hubiera pasado si yo hubiese hecho…?). Los medios toman el momento de la extroversión individual de la culpa de los familiares del asesinado/a y fijan esa imagen a nivel masivo. Esto produce un impedimento para esa familia de elaborar la pérdida, y sirve a intereses de grupos económico-mediático-políticos para generar hechos de masas contra un gobierno determinado y para imponer una agenda determinada.
Se construye entonces un discurso de criminalidad selectiva, porque el delito más frecuente es la potación de cara, ya que es lo más sencillo para una fuerza burocrática como la policía y responde a “resolver” el pánico moral. Así los sectores populares son la carne de cañón, porque a la vez en los barrios más pobres en donde más se sufre la inseguridad y las fuerzas policiales que ponen el cuerpo provienen de ese mismo segmento social.
Hasta aquí el juez definió que esta guerra de pobres contra pobres es funcional a un statu quo. Mientras se maten entre ellos nunca tendrán protagonismo político. De allí que la pena de muerte no se utilice, porque el tener violencia por abajo controlada, es funcional. Y para ello dio datos: el 70 porciento de los presos en el país están procesados, pueden ser inocentes pero cumplen condena igual. De allí un 25 porciento queda libre y hay una alta tasa de reincidencia. De esta manera el sistema penal reproduce marginales, y los vuelve a sus barrios donde el deterioro de la seguridad pública genera un nivel alto de criminalidad.
Por su parte, el discurso mediático construye la idea del “ellos”: los que deben ser eliminados, que sobran, etc, que se mete no solo en las clases medias y altas sino en los mismos barrios populares que sufren día a día no sólo condiciones indignas de vida sino esta guerra entre iguales.
El discurso mediático obstruye la capacidad de abstracción, promueve solo el pensamiento concreto y construye un pensamiento mágico. Afirmó Zaffaroni que no existe investigación alguna en el país que pueda dar cuenta del índice de victimización que existe. Porque hace falta trabajarlo por cada zona, por cada barrio, dando cuenta de la complejidad del tema, que es desconocida por la lógica efectista propia de nuestra clase política.
Además el juez se metió con el tema de la policía, indicando que es necesario que reivindiquemos su sindicalización, lo que sonó raro en el reducido auditorio. Y así explicó que el financiamiento de las policías se da de abajo para arriba, en forma de cono. Donde el agente mal pago que pone el cuerpo en la calle recauda para una gran caja que no tiene función social alguna. De esta forma, aunque el sindicato tenga una línea reaccionaria, va a ser una estructura que quite la totalidad del poder a la caja de arriba. De allí que sea tan peligrosa la autonomización de la policía, apuntó. A la vez explicó que hay dos tipos de policía la comunitaria que da cuenta del servicio civil que es, y la de ocupación territorial, militarizada, que es la que tenemos nosotros.
Hasta aquí la descripción de la problemática, su característica global, histórico y social. Ahora también brindó una receta que para la militancia es conocida. Cuanto más crece el producto bruto interno de un país más baja es la tasa de homicidios. La excepción está en Estados Unidos por una realidad única, ya que con una población de más de 300 millones de personas hay 2 millones de presos (fundamentalmente negros) y 1 millón en libertad condicional, es decir un país que parece fabricar criminales.
Si vemos toda la explicación de Zaffaroni creo importante destacar
1. A partir de la política de integración latinoamericana tenemos como región ante un mundo que ha visto quebrarse la uni-polaridad, la oportunidad de romper con todo el colonialismo cultural que nos ha metido el imperialismo yanqui.
2. El rol de la militancia debe ser discutir lo estratégico. El concepto de criminalidad mediática es otro punto que nos vuelve al rol fundamental de los medios de comunicación en la disputa de poder en el camino hacia la liberación nacional y social.
3. Con la ley de medios de la democracia que está siendo ejemplo para Ecuador, Venezuela, Uruguay y Brasil, entre otros países, abre la oportunidad histórica para construir medios masivos de comunicación que representen los valores del pueblo argentino y latinoamericano. Por ello no se trata de armar medios chicos, sino pensar en grande, para lo cual debemos practicar en unidad.
agosto 2010
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