A continuación publicamos el documento elaborado por Equipo de
Sacerdotes para las Villas de Emergencia, que se dio a conocer el 11 de mayo, aniversario del asesinato del Padre Mugica
En la Iglesia, la vida por Dios,
la vida por el Pueblo.
1) Padre
Carlos Mugica: mártir de la causa de los pobres y símbolo de la lucha por la justicia
social.
“¡Nada ni nadie me impedirá servir a Jesucristo y a su Iglesia, luchando
junto a los pobres por su liberación. Si es que el Señor me concede el
privilegio, que no merezco, de perder la vida en esta empresa, estoy a su
disposición!”
Estas son las
palabras del padre Carlos Mugica después de sufrir el primer atentado contra su
vida en agosto de 1971. En el anochecer del 11 de mayo de 1974 estas palabras
proféticas se cumplieron.
Y aquel primer equipo
de Sacerdotes para las Villas de Emergencia le dio la siguiente interpretación: “La sangre del Padre Carlos –quien, pocos
momentos antes, había bebido en el Altar de la Sangre de Cristo- corrió
copiosamente, prolongando el sacrificio redentor de su Maestro y Señor. Jesucristo ya nos lo anunció: ‘Si me
persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si el mundo los odia,
sepan que antes me ha odiado a mí’ (Jn. 15).[1]
A Mugica no le
arrebataron la vida; su martirio, más que una sorpresa, fue la consecuencia de
un modo de vivir. Una vida ofrendada por sus hermanos más pobres. Por eso tal
vez el mejor camino para entender al padre Carlos sea amar a los pobres, tener
amistad con ellos. La figura de Carlos Mugica nos interpela, como si nos
preguntara: ¿Qué pasaría si te pusieras realmente del lado de los más pobres?
¿Qué pasaría si nos tomáramos en serio el programa del Evangelio de Jesús: ese
camino que va desde los pobres a todos? ¿Qué pasaría si realmente nos cautivara
“el entusiasmo por vivir el Evangelio de la fraternidad y la
justicia”?.[2]
El Papa Francisco nos
recuerda que “nadie puede sentirse
exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social”[3] por eso, el martirio del padre Carlos se volvió un símbolo para todos
nosotros. A la devoción creyente que le
tenemos, se suma la luz que arroja su figura sobre todos los que luchan y
trabajan por un mundo más justo y humano. Mugica como símbolo se dio casi
espontáneamente, aconteció. Se convirtió en un icono de la lucha por la
justicia social.
2) Cuarenta años después el desafío continúa.
Desde el Equipo de Sacerdotes para las Villas
de Emergencia de Buenos Aires, celebramos una mayor conciencia de la sociedad
con respecto a la realidad de las Villas. Pero todavía hay gran desconocimiento
y por consiguiente algunos prejuicios permanecen.
En la época del padre Carlos Múgica y durante
mucho tiempo después, el mundo de las Villas era negado y ocultado. Las Villas
aparecían como un espacio verde en los mapas. La sociedad prácticamente las
ignoraba. Casi nada de la Villa
era noticia para los medios. El Estado estaba ausente. Más tarde, ante el
crecimiento evidente de las barriadas, cobró auge el punterismo político, donde
casi todo se cerraba dentro de la
Villa, muchas veces a espaldas de los mismos vecinos.
Como decíamos, hoy en la sociedad hay más
interés por lo que se vive en las Villas. Y empieza a aparecer mayor presencia
territorial del Estado –tanto de la
Ciudad como de la
Nación-, aún cuando esa presencia es todavía insuficiente y
no del todo articulada. Siempre está latente la tentación de confundir esta
presencia del Estado (que es un derecho de todos) con el accionar voluntario de
una ONG, o de reducirla a un espacio partidista.
Realmente es loable el trabajo territorial,
que empieza por escuchar mucho y que busca pasar de lo que parece que los
pobres necesitan a lo que ellos verdaderamente precisan. Como siempre las
diferentes ideas y conceptos acerca de las Villas se tendrán que confrontar una
y otra vez con la realidad. La idea se elabora, la realidad es.[4]
En la actualidad los medios de comunicación
hablan de las Villas, pero muchas veces desde la lejanía, con un tratamiento de
las noticias que estigmatiza. Es así que alguna vez hemos escuchado frente a un hecho de inseguridad,
la pregunta desde el estudio de televisión al
periodista: ‘¿Hay alguna Villa cerca?’. Se asocia sin más a las personas
que sufren la pobreza con el delito. Pero no tendríamos que olvidar que los vecinos y vecinas de las
Villas tienen una vivencia más profunda de la inseguridad. Inseguridad también es no saber dónde se va a vivir dentro de unas semanas; o cuándo se
va a lograr un trabajo estable; o dónde
conseguir el medicamento que se necesita y no se puede comprar; o dónde van a
ir los hijos a la escuela; o el temor a que los hijos adolescentes puedan quedar
sumergidos en la droga, porque es una oferta muy a mano; o depender de un
comedor comunitario para que los chicos coman, etc.
Los medios de
comunicación tienen un enorme poder, pueden hacer mucho bien, pueden ayudar y mucho a que los habitantes de
estas barriadas sean integrados al todo de la Ciudad.
La cultura popular que se gesta en nuestras
Villas permite la convivencia de distintas nacionalidades unidas por la fe
cristiana, por el idioma y por una historia y un presente común. La
multiculturalidad es una rica realidad cotidiana para quien comparte el barrio
con gente de orígenes culturales diversos; por eso no hay que desestimar la
presencia de hermanos nuestros por no ser nacidos en el país. “Si algo no ha de resultar “extraño” (=
extranjero) a nuestra sensibilidad, es precisamente el extranjero. Estamos en
un pueblo que a lo largo de su historia ha incorporado continuamente a
extranjeros, que aportaban valores de sus propias culturas.”[5]
Obviamente puede ser que aparezca también alguna
visión por así decirlo romántica, idealizada, de las Villas. Pero estos casos
son los menos.
Como expresamos en ocasiones anteriores, hoy
el desafío que nos presentan las Villas es la integración urbana.[6]
Para nosotros es un concepto superador al de urbanización. Urbanización hace referencia a lo que la Ciudad le da o le puede
aportar a la Villa. El
concepto de integración urbana quiere proponer una ‘cultura del encuentro’ ya
que también las Villas le aportan y le pueden aportar mucho al todo de la Ciudad.
Compartiendo la mirada desde la Villa proponemos algunos
ejemplos:
-
La vivencia
de una fe que genera historia, porque sabe que Dios quiere la felicidad de sus
hijos aquí en la tierra, aunque estén llamados a la vida feliz del Cielo.[7]
-
El entramado
de solidaridad que sabe hacerse cargo de situaciones de dolor y de deseos de
vivir mejor.
-
La capacidad
de fiesta aún en medio de dificultades, y a través de ella, la posibilidad de
conservar las raíces culturales, es decir
aquello recibido de los mayores.
-
La
laboriosidad y el trabajo: muchos vecinos y vecinas de las Villas trabajan en la Ciudad, en la construcción,
como personal doméstico, en el cuidado de personas, manejando el transporte público,
en la recolección de residuos, en distintos servicios técnicos, etc. Y lo hacen
con la ilusión de pasar del techo de chapa a la loza para poder cobijar a hijos
y nietos
Para integrar es necesario un diálogo entre
la cultura urbana y la cultura popular que se da en la Villa. Diálogo que
por ser cultural es a la vez político y social. “¡Que hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e
integran a los diferentes, y hacen de esa integración un nuevo factor de
desarrollo!”[8]
3) El Pueblo como sujeto de la historia. Sus
anhelos y esperanzas
El padre Carlos Mugica tenía una concepción
casi sagrada de lo que significa “ser pueblo”. Lo que hace que un pueblo sea un
pueblo son sus aspiraciones comunes, el proyecto común que lo pone en marcha.
Para nosotros el corazón del pueblo late en los pobres y pequeños, porque en
sus anhelos más profundos siempre apuntan a lo esencial.
El corazón del pueblo pobre de la Villa, nos pide que lo
ayudemos a cuidar su máxima riqueza que son sus hijos. Y este pedido no puede
desoírse, sobre todo si tomamos conciencia que casi la mitad de los habitantes de la Villas son niños y
adolescentes, ya que el 43% tiene menos de 17 años.
Se necesita entonces
una conducción estratégica que tenga una mirada de conjunto de estas
aspiraciones centrales y que pueda proyectarse en el tiempo de manera
sostenida, trabajando con convicciones claras y con tenacidad. Acompañar
procesos que construyan pueblo es darle prioridad al tiempo[9]. Todo lo contrario
a preocuparse por poseer espacios,
desatando esas peleas que buscan el rédito político fácil. El único ‘rival’ a
vencer es la exclusión social grave que hipoteca el futuro de los niños y
adolescentes de las Villas, dejándolos a merced de los hijos de las tinieblas.
Sin ser técnicos,
pero escuchando diariamente a los vecinos y vecinas de las villas, señalamos
algunas prioridades:
-
Vivienda: muchas familias de las Villas viven hoy una situación de
emergencia habitacional. Por otro lado en pocos años muchas familias se
desdoblarán. Por eso es importante considerar a que proyectos destinar los
terrenos que hay en la Ciudad,
dando prioridad a las viviendas sociales.
-
Educación: dar a la educación todo, es un camino muy concreto si
realmente queremos cuidar a los niños y adolescentes de nuestros barrios. Los
comienzos de año son muy complicados a la hora de conseguir vacantes sobretodo
para el nivel inicial y el primer grado. Por otro lado la escuela tiene que
salir al barrio y motivar a esos adolescentes que la abandonaron a empezar
nuevamente. Realmente este es un gran desafío.
-
Salud: Dice la sabiduría popular ‘Si falta la salud falta todo’. Nunca
es mucho todo lo que se invierta en los hospitales y centros de salud cercanos
a nuestros barrios en materia de prevención y de cuidado de la salud. Así como
es necesario asegurar el ingreso de las ambulancias de emergencia cuando se las
necesite.
-
Trabajo: No sólo se trata de asegurar la comida, sino que hay que dar
trabajo, porque el trabajo expresa la dignidad de las personas, y es la
herramienta clave para sacar de la exclusión. Hay muchos trabajadores que se
agrupan en nuestros barrios en diferentes familias de oficios. Tal vez una ayuda valiosa pueda ser facilitar la conformación
de cooperativas de trabajo. Pero sin lugar a dudas aquí tiene que aparecer con
mucha más fuerza el mundo empresario apostando por los vecinos y vecinas de
nuestros barrios. El exponente mayoritario de nuestras Villas es el trabajador
que quiere sacar a su familia adelante.
Quisiéramos terminar
recordando la meditación en la
Villa del padre Carlos Mugica escrita en el año 1969.
“Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos que
parecen tener ocho años, tengan trece;
Señor,
perdóname por haberme acostumbrado a chapotear por el barro; yo me puedo ir,
ellos no;
Señor,
perdóname por haber aprendido a soportar el olor a las aguas servidas, de las
que me puedo ir y ellos no;
Señor,
perdóname por encender la luz y olvidarme de que ellos no pueden hacerlo.
Señor, yo
puedo hacer una huelga de hambre y ellos no: porque nadie hace una huelga con
su hambre;
Señor,
perdóname por decirles "no sólo de pan vive el hombre", y no luchar
con todo para que rescaten su pan;
Señor,
quiero quererlos por ellos y no por mí. Ayúdame;
Señor,
sueño con morir por ellos: ayúdame a vivir para ellos;
Señor,
quiero estar con ellos a la hora de la luz. Ayúdame.”
Que la Virgen de Luján, la Madre del Pueblo, nos
inspire una fe auténtica como la del padre Carlos, una fe que quiera cambiar el
mundo, y dejar algo mejor detrás de nuestro paso por esta vida cuando llegue la
hora de la luz.
-
Guillermo
Torre, Martín Carrozza y Eduardo Drabble de la Villa 31.
-
Lorenzo De Vedia, Carlos
Olivero, y Juan Isasmendi de la
Villa 21-24 y N.H.T. Zabaleta.
-
Gustavo
Carrara, Hernán Morelli y Nicolás Angellotti de la Villa 1-11-14.
-
Franco
Punturo, Sebastián Risso y Pedro Nicola de la Villa 20.
-
Sebastián
Sury y Damián Reynoso de la
Villa 15.
-
Pedro Baya
Casal y Gastón Colombres de la
Villa 3 y del Barrio Ramón Carrillo.
-
Facundo
Berretta y Matías De Martini de la
Villa 19 y de la
Villa 6.
-
Enrique
Evangelista y Juan Gabriel Arias de la
Villa 26.
-
Alejandro
Seijo de la Villa
Rodrigo Bueno.
-
Rodrigo
Valdez y Mario Miceli de la Villa Playón
de Chacarita.
-
Andrés
Tocalini de la Villa
los Piletones.
Equipo de
Sacerdotes para las Villas de Emergencia
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 11 de mayo
de 2014.
- Adhiere José María Di Paola de la Villa la Carcova. (San
Martín)
[1] Vernazza Jorge. Homilía en el funeral del padre Mugica. Para
comprender una vida con los pobres, los curas villeros. Editorial Guadalupe.
1989. Pag. 51-52.
[4] Cfr. Papa Francisco. Evangelii Gaudium Nº 231-233.
[5] Gera Lucio. Nuestra Mirada. Documentos y reflexiones del Equipo de
Sacerdotes para las Villas de Emergencia. Editora Patria Grande. Buenos Aires.
Septiembre 2009. Pág. 10.
[6] ‘Reflexiones en torno a
la urbanización y el respeto a la cultura villera.’ (11 de junio de 2007) y ‘Celebrar el Bicentenario en la Ciudad de Buenos Aires (2010-2016)’. (11 de mayo
de 2010)
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