"Seamos libres, lo demás no importa nada" Libertador General San Martín

sábado


Recuperar la participación salarial, es avanzar en la transformación social

por laura alcoba

Cuando definimos apoyar este Gobierno lo hacemos convencidos, sin miedo de decirlo. Nos posicionamos teniendo en cuenta de dónde venimos, cómo estamos y hacia dónde queremos llegar.

A contramano de lo que muchos sostienen, que “mientras peor estamos, podemos llegar más lejos” nosotros - paridos por la crisis, con ganas de transformar la realidad, de contribuir a mejorar la calidad de vida de nuestro pueblo (de las mayorías), de apostar a que la igualdad sea un valor y una realidad- creemos que para avanzar es necesario más trabajo, mejor acceso a los derechos básicos, una vida más digna.

Nuestra historia política, económica y social nos enseña muchas cosas. Allá por los años ´30, se instauró un modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI); que a partir del ‘45 con la llegado del peronismo y el movimiento obrero organizado se consolida.

Este modelo se focalizó en el abastecimiento del mercado interno, sustituyendo bienes que hasta ese momento se importaban. En una segunda etapa, alrededor de los años `50 y '60, se intentó profundizar la sustitución incorporando la producción de bienes intermedios, para lo cual se fomenta la entrada de empresas trasnacionales por la disposición de mayor tecnología y capitales.

A pesar de un reordenamiento mundial que desalienta esos procesos nacionales incipientes, nuestro país en los años precedentes al Golpe de Estado del ´76 muestra las tasas de crecimiento más importantes de todo el siglo XX, así como también la mayor participación de los asalariados en el ingreso. En ese contexto, la intervención militar cobra una significancia fundamental, tanto en nuestra estructura productiva, como en la situación política y social. Los sectores dominantes desplegaron una estrategia basada en la desregulación de la economía, la apertura externa y la represión directa, con el fin último de disciplinar a los sectores populares. El motivo: recomponer la tasa de ganancia de los dueños de la economía, limitando la participación salarial. Para lo cual, es fundamental revertir el nivel de organización social y movilización política, poder en manos del pueblo que le permiten disputar su participación en la ganancia.

Una obviedad es aclarar que la caída de la producción nacional genera desempleo, lo cual se traduce en una caída del salario por la oferta de mano de obra disponible, que acompañado de una brutal represión, concluyen en un escenario de desarticulación de los sectores populares.(1)

Esta transformación en el patrón de acumulación, se consolida con la instauración de la valorización financiera, mayor des-industrialización, concentración del capital, caída del salario, precarización laboral y, consecuentemente, fragmentación social; rasgos distintivos del modelo de convertibilidad, en los años ‘90.

Este modelo, sostenido por el fuerte endeudamiento externo y la privatización de empresas del estado generaron despidos masivos paralizando economías regionales, por el efecto en sectores de servicios y comercio de muchas localidades. A su vez el achicamiento del Estado provoca desfinanciación en los ingresos indirectos de los sectores populares: acceso a la salud, educación, seguridad social, vivienda, etc.

Esta es la realidad que heredamos, un país en crisis con niveles de desocupación, pobreza e indigencia nunca vistos, que generó desarticulación social, fragmentación en los niveles de organización, descrédito generalizado en la representación sindical y política. El resultado: la débil capacidad de lucha de los sectores populares en la defensa de sus intereses y en la apuesta a la reconstrucción de un proyecto superador.

A principio de esta década los diagnósticos coincidían en predecir que se consolidaría un orden social tendiente a la privatización de lo público, mercantilización de los derechos sociales, introducción de la lógica del mercado en todos los ámbitos de la vida.

Sin embargo, los latinoamericanos, algunos con más timidez que otros, con mayores dificultades o fortalezas, hemos decidido apuntar a lo inverso. Sobrados son los ejemplos: intervención en la regulación de la economía; nacionalización de recursos estratégicos; re-estatización de empresas; incentivos concretos a la reindustrialización del aparato productivo y, consecuentemente, recuperación de puestos de trabajo; mayor inversión pública; se retoman reivindicaciones históricas en derechos humanos y sociales.

En la actualidad, nuestro país registra más de 5 años de crecimiento económico sostenido, con expectativas ciertas de continuar.(2) La recuperación de a actividad económica permitió una destacable mejora en los indicadores sociales: la tasa de desempleo, luego de alcanzar el 23,3% en mayo de 2002, se redujo a ritmo acelerado y se sitúa hoy alrededor del 7,5%. Mientras tanto, se crearon 3,6 millones de empleos y 4,8 millones de empleos de tiempo completo (excluyendo planes), que no sólo aseguraron una menor desocupación y subocupación, sino que permitieron que muchos argentinos volvieran a buscar empleo en el mercado de trabajo. La recuperación del empleo y de los salarios reales redundó en una disminución muy marcada de la pobreza y la indigencia. Desde el primer semestre de 2003 (EPH) al 1er semestre de 2007 (último dato disponible) 9,9 millones de personas dejaron de ser pobres y otras 6,4 millones abandonaron la indigencia. La distribución del ingreso redujo la relación entre los deciles de mayor y menor ingreso de 56 (3er trimestre de 2003, EPH) a 30 para el I trimestre de 2007 (último dato disponible).

Tras el default vino la reestructuración de la deuda externa, que permitió una quita de capitales y la posibilidad de extender el cronograma de pago. Se genera una inversión productiva con ahorro interno, control de capitales, retensiones, todo lo cual favorece un aislamiento de nuestra economía respecto de los mercados financieros internacionales, hoy en crisis.(3) Esta lejanía de la “timba financiera” permitió un menor grado de perjuicio a la economía local, a pesar de que los grupos económicos concentrados, sus voceros de la oposición y parte de la población todavía adormecida en el torbellino neoliberal, acusan al país del aislamiento. El proceso que hemos sintetizado hasta aquí penetró fuertemente en las categorías de pensamiento, donde a pesar de las transformaciones materiales que vivencia la región, siguen operando en nuestra cultura, abonando aún los preceptos de libre mercado.

Nuestra economía al no requerir indispensablemente de fondos externos, pudo desplegar una política macroeconómica enfocada a estabilizar el mercado de cambio y una recomposición de los ingresos fiscales. El tipo de cambio alto que se impuso, permitió un impulso en la producción y la posibilidad de exportación de excedentes, a la vez que desaceleró las importaciones. De este modo, se logra superávit comercial, a la vez que ingresan mayores divisas al Estado, recomponiéndose el equilibrio fiscal y dotando de mayor autonomía a la economía doméstica y mayor capacidad frente al deterioro de la situación financiera internacional.(4)


Recuperar el trabajo, la dignidad, debe conducirnos a mayores niveles de organización, para dar la disputa fundamental, que es tener mayor participación en la renta que produce nuestra economía. Estamos convencidos que la recomposición del empleo y el aumento del salario real son obra de la actual gestión de gobierno, por la reactivación económica y el impulso a retomar las negociaciones colectivas de trabajo, como el aumento de jubilaciones mínimas, etc.

Sin embargo, la participación de los asalariados en el ingreso sigue siendo la debilidad de este proceso y la tarea de los trabajadores. Hacía allí creemos hay que avanzar, el correr tras los planes y bolsones nos acota las posibilidades de construir un proyecto distinto, un país inclusivo. Llegó la hora de traspasar la organización social focalizada en la gestión de la emergencia, para dar el salto a una construcción política, que vea en este contexto la base desde la cual construir esa superación.

No es ni la crisis terminal, ni la vuelta a la colonia agro-exportadora (que se intentó revivir meses atrás) los modelos económicos que dotarán de dignidad a nuestro pueblo. Es hora de ir por más, junto con los demás pueblos de la región, a construir esa Patria Grande que soñaba San Martín junto a Bolivar, y que hoy se encarna en proyectos concretos, en actores reales, que nos traen el impulso, la fuerza y el aliento que algo distinto está sucediendo.

En nosotros está la obligación de corresponder a esos vientos, dejando de lado las mezquindades, las diferencias, de animarnos a despertar de la pesadilla neoliberal, creando las estructuras de organización, afianzando las ideas, animándonos a hacer realidad aquello que soñamos: autonomía, libertad y sobre todo IGUALDAD para nuestros pueblos.

1-En sólo 2 años la participación de los asalariados en el producto se reduce en un 18%, comenzando una redistribución regresiva del ingreso. Se estima que en el año `76 el sector industrial empleaba alrededor de 2 millones de trabajadores, llegando a emplear en el 2001 a tan solo 700 mil.

2-En 2007, por primera vez en más de 100 años Argentina creció 5 años consecutivos a una tasa superior al 4% cada año. En promedio, nuestro país se expandió a un ritmo de 8,8% anual, sólo comparable con el desempeño de China, India y Venezuela, y muy por encima tanto de países desarrollados como EEUU y la zona UE, como también de los “tigres” asiáticos.

3-Actualmente Argentina ha implementado restricciones a los movimientos de capitales especulativos de corto plazo, que contribuye a reducir la volatilidad en episodios de crisis internacional, a la vez que permite una mayor autonomía a la política monetaria. La autoridad monetaria ha recuperado sus plenas facultades para operar como prestamista de última instancia, a la vez que se ha des-dolarizado el sistema financiero, por lo que el sistema es hoy mucho menos vulnerable a las oscilaciones en el tipo de cambio nominal o shocks externos.

4-EL superávit externo dio lugar a una acumulación de reservas sin precedentes, que actualmente superan los US$ 50.000 millones, lo que constituye un récord histórico. A fines de 2007, las reservas acumuladas representaban el equivalente a más de un año de importaciones.

No hay comentarios: